Cuando estaba con el tratamiento de quimioterapia pasaba mucho tiempo en casa, y a veces era inevitable darle vueltas a la cabeza con preguntas del tipo: ¿Qué será de mí dentro de un tiempo? ¿Estaré mejorando? ¿Estaré peor? …
Es curioso, pero antes de todo esto yo no escuchaba prácticamente música, siempre prefería escuchar las noticias para estar al día y poquísimas veces recurría a una canción, a no ser que estuviera feliz o tuviera ganas de bailar. Sin embargo, durante este trance, muchas veces cuando más preocupada estaba ante la incertidumbre que tenía por delante, ponía música. Casi sin pensarlo, recurría a ella como quien se toma una pastilla. Escogía canciones alegres, que me pusieran contenta y subía el volumen. Así, mientras hacía el zumo para el desayuno, o preparaba la cena, yo cantaba y bailaba y me dejaba llevar por la música. Era algo mágico, y en poco tiempo me encontraba mejor, quizás porque cuando escuchas algo que te gusta y emociona, te centras en disfrutarlo a tope y no pensar en nada más.
Todo esto tiene su parte científica, y es que efectivamente la música contribuye a relajarnos, a combatir el dolor, ayuda a luchar contra la depresión, … y desde luego que lo he comprobado!
A día de hoy sigo practicando esta buenísima costumbre, que me es útil incluso cuando llego cansada a casa y aún tengo cosas que hacer. Me ayuda a venirme arriba.
Aquí os dejo mi lista, con algunas de las canciones que más me inspiran a mí. Te animo a que busques la tuya y la dejes sonar bien alto!!
Resistiré – Dúo Dinámico
No Surrender – Bruce Springsteen
La Vida Es Un Carnaval – Celia Cruz
Volando voy – Camarón de la isla
I Will Survive – Gloria Gaynor
Valió La Pena – Marc Anthony
Yo quiero verte danzar – Franco Battiato
El mejor momento – Pablo López
A quién le importa – Fangoria